viernes, 12 de julio de 2013

EL TREN TE DEJA EN LA PLAYA DE PONTEDEUME

Pablo Alegre lleva escuchando el “chacacha” del tren desde pequeño. Perteneciente a una familia de ferroviarios, su amor por este medio de transporte se acrecentó cuando se subió por primera vez a un TRD y vio que solo el usuario del ferrocarril puede serpentear las rías sin moverse. Sentado en el asiento de un vagón, el viajero –asegura Pablo– puede observar en el trayecto que une Vigo y Monforte el punto exacto en el que se juntan el Miño y su principal afluente, el Sil, además de llevarse en la maleta una serie de imágenes increíbles entre las cepas de vino de la Ribeira Sacra. Por los paisajes que ofrece y la comodidad, Pablo se queda con el tren: “Puedes dormir, trabajar en el ordenador y estar relajado”.













Sin embargo, reconoce que son pocas las posibilidades que ofrece y menos, las frecuencias cuando se trata de líneas de cercanía. Eso le impide al joven cogerlo las veces que quisiera. Alegre se queja de lo poco publicitado que está y, sobre todo, de la falta de seriedad de Renfe: “No puede ser que efectúen cambios con tan solo una semana de antelación”. Este es el motivo, dice, por el que la gente “acaba escapando a otros transportes y el tren pierde competitividad”. Asegura que si uno se mete en la web de Renfe y se propone reservar una plaza para dentro de “x” meses no puede. Tiene que hacerlo cuando se acerca la fecha porque en la red no contemplan las futuras modificaciones que van a realizar. Y mucho menos en ventanilla.

Aún así, recuerda con romanticismo la vez que se subió en Ferrol y admiró desde la ventanilla toda la belleza cantábrica para bajarse en Llanes y completar el recorrido del mítico Feve. También cuenta con orgullo que resistió en un tren Estrella a Barcelona. En litera y sentado normal y las experiencias en ferrocarril a Castilla León. Ahora que cada vez se reducen más las paradas, Pablo reivindica el medio como la mejor solución medioambiental aunque reconoce que en España está mal planificado.

Para ello, pone como ejemplo el trayecto que pasa por Miño y Cabanas: “La gente no sabe que el tren te deja a 100 metros de la playa en Pontedeume pero las frecuencias no coinciden con el horario y es imposible”. Tampoco entiende cómo para ir a Ferrol, el tren tiene que cambiar de sentido en Betanzos-Infesta y esto le roba 15 minutos al pasajero. Inconvenientes que no se han solventado y que siguen sopesando en el usuario. Un perfil que no dispone apenas de tiempo. Y busca la opción más rápida sin pensar en la capa de ozono.
Publicado en : El Ideal Gallego

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