Kilos y kilos de color y formas desfilaron ayer por el centro de la ciudad camino de María Pita. Mujeres con el cabello de oro, empaques de vampiresas sagradas, pieles con un jardín prendido a la cintura... De esta guisa caminaron por la pasarela del carnaval coruñés cientos de niños y mayores en un desfile en el que participaron medio centenar de comparsas y cerca de mil figurantes. Un derroche.
Todos abrieron el armario de la imaginación y salieron de mil colores. A cientos, asombrando al público con sus pasos y cánticos acertados y contagiosos. El frío no apretó como días anteriores, pero movió las caderas, pintó de rojo los mofletes, congeló piernas e hizo que algunos no se quitaron ni el abrigo. No fuera que la sardina haya que enterrarla con Frenadol.
Todos formaron parte de una columna humana a lo largo y ancho de Alférez Provisional, los Cantones y la Marina.
El desfile o cabalgata arrancó puntual, a las 17.30 horas en dirección al centro. Para ello cortaron el tráfico. Pero tanto, que se olvidaron de los usuarios del aparcamiento subterráneo y muchos quedaron atrapados en su interior sin poder salir, lo que molestó y mucho a los conductores. Pero mientras que en el subsuelo todo eran broncas, en la superficie el jolgorio era máximo.
No faltaron las comparsas de siempre, se sumaron varias de la comarca y este año se estrenaron algunas. Y el público, exquisito. Según la policía fueron cerca de 27.000. Desfilaron los mejores disfraces, los peores y los mirones, que siempre prometen sumarse el año que viene. La Policía Local, siempre vigilante, incautó un paquete de petardos a un menor, como medida de precaución.
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