No hay respiro. Todavía no había salido la policía por la puerta y en las ruinas de San José volvía a ofrecerse heroína y cocaína. El negocio no descansa. De aliviados a pasmados pasaron vecinos de Meicende y trabajadores de la refinería en pocas horas. Aliviados, porque pensaban que la redada del pasado jueves suponía que el tráfico de droga que se les vino encima tras el desmantelamiento del poblado de Penamoa se iba por fin a pique.
Pasmados, porque no se fue. Porque a pesar del golpe policial en el que fueron detenidas siete personas la riada de toxicómanos por la estrecha carretera continúa.
El mismo domingo, tres días después de que un ejército de policías entraran en las viviendas ruinosas y sacaran de ahí esposados a siete miembros del clan de la Mora, bajaban de una furgoneta numerosas personas que se distribuyeron por las distintas casas. Inmediatamente después, según vecinos de la zona, los toxicómanos volvían a llamar a la puerta.
El golpe policial del pasado jueves solo provocó, según fuentes policiales, una pequeña revolución en los bajos fondos. La demanda «siempre será la misma, caiga el clan que caiga», según indican fuentes policiales. Por tanto, una redada se deja sentir en toda la ciudad «porque los consumidores buscan en otros lugares, llaman a otras puertas».
No solo preocupa en la zona la venta de heroína. También la seguridad de los drogodependientes y de los conductores. «La carretera no tiene aceras y van prácticamente por la calzada, algunos tambaleándose. Cualquier día hay una desgracia», comenta un trabajador de la refinería.
Por lo de pronto, ya hubo dos accidentes en las últimas semanas. Ambos idénticos. Conductores que para evitar el atropello frenan en seco y sus coches son alcanzados por los que circulan tras ellos. Por lo de pronto, la policía no les quita ojo a las viviendas. (LA VOZ DE GALICIA)
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